Obra: “Radojka”
Calificación: MUY BUENA
Libro: Fernando Schmidt
y Christian Ibarzabal
Dirección: Diego
Rinaldi
Elenco: Patricia Palmer –
Cecilia Dopazo.
Sala: TEATRO PICADILLY (Avenida
Corrientes 1524 – CABA), viernes y
sábados a las 21:00.
Duración: 60 minutos
La muerte puede pintar los más oscuros conceptos
teatrales y llenarlos de un sufrimiento agobiante y doloroso, puede hacer que
cada parlamento sea una daga punzante que nos inunde de angustia, o llevarnos
al suplicio a través de una empatía no deseada. Nada de esto sucede en “Radojka”,
aquí la muerte ha llegado para hacernos reír y mucho.
Lucía (Cecilia Dopazo) llega a casa de Radojka y encuentra a
Gloria (Patricia Palmer) con una terrible noticia: Radojka murió, es por eso
que ambas deciden mantenerla «aparentemente viva» en el freezer para seguir
cobrando su sueldo hasta que el plan se les empieza a ir de las manos cuando el
hijo de Radojka viaja a visitarla.
La anécdota es simple pero muy original, y el texto de
los uruguayos Fernando Schmidt y Christian Ibarzabal, aparte de humor (negro…
muy muy negro y válido… hasta corrosivo por momentos), presenta un par de
vueltas de tuerca interesantísimas que, por motivos obvios, no serán reveladas
en esta crítica.
Las actrices la rompen, descosen y dejan chatita; ver su
energía cada vez que entran, salen, van, vienen y, sobre todo, se plantan en
escena es una fiesta del teatro. Ambas han trabajado mucho juntas, desde la
mítica “Regalo del cielo” en televisión hasta las últimas puestas de Muscari
(“Falladas” y “Gente feliz”), y se les nota la mirada cómplice desarrollada
durante décadas; claramente conforman un tándem más que interesante y de lujo. Patricia
Palmer compone a un ser miserable cargado de gracia y humor irreverente. Agrede
y manipula todo el tiempo y, casi sin decir ni un chiste, hace reír toda la
obra. Y a carcajadas. Cecilia Dopazo juega a la inocente manipulada, luciéndose
en sus textos ingenuos y más cercanos a la comedia de enredos pero destacándose
en sus expresiones; sus gestos siempre responden a los dardos de Palmer. Dirige Diego Rinaldi, terminando de cerrar eficazmente
este combo de texto inteligente y actrices destacadas y contando la historia a
la perfección.
El escenario luce, y si bien puede llegar a parecer un
poco austero, para estas épocas de nueva normalidad es un lujo; todo lo que
tiene que estar, está. Luces correctas, varios apagones para establecer los pasos
de tiempo se juegan con corrección. Todo cierra. Bien.
Qué bueno tener una opción teatral donde lo terrible entretiene
y causa gracia, en estos tiempos es más que necesario. La obra es exquisita y
las actuaciones lo son más, vale la pena verla.
Alberto Maffía,
para “AM CRÍTICA TEATRAL”
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