Obra: “Quince días para hablar de amor”, de Víctor Winer
Calificación:
BUENA
Autor: Víctor
Winer
Dirección:
Mariano Dossena
Elenco:
Emilia Mazer – Fabio Di Tomaso – Gonzalo Urtizberea – Edda Bustamante – Esteban
Prol
Producción:
ZAR producciones.
Sala:
TEATRO REGINA (Avenida Santa Fe 1235 –
CABA), viernes 20:30, sábados 21:30 y
domingos 19:30.
Duración:
85 minutos
Cuarentena. Nueva normalidad. Zoom. Meet. Video
cam. Cam. Cam. Cam. Qué tiempos agotadores. A esta altura del partido, todos
necesitamos urgentemente unas largas vacaciones del tiempo-pantalla. Les tengo
excelentes noticias: llegó “Quince días para hablar de amor”,
un hermoso descanso ambientado a principios de los setenta donde nuestros protagonistas
no tienen ni idea de lo que es un whatsap.
Esta comedia romántica habla sobre
las peripecias de un escritor que debe escribir sobre el amor y está en plena
crisis existencial. ¿Sabemos qué es el amor? ¿Qué harías por tu pareja para
salvar la relación?
El elenco es increíble. Fabio Di
Tomaso juega un galancito lo más enamorado que puede entre la relación con su propia
madre y el machismo de los setenta. La descripción del personaje parece simple,
pero el actor lo aprovecha y llena de matices. Gonzalo Urtizberea recrea a un
simpático abogado en un registro agradable y difícil de componer. Edda
Bustamante es la gloria; es el cine, el teatro y la televisión en persona,
verla ya es creer y disfrutar. Esteban Prol se pasa; va desde el teatro físico
al color de la sitcom, sus bocadillos y golpes siempre generan carcajadas. Y la
Agostina que interpreta Emilia Mazer deja todo en escena por amor, lo mismo que
la actriz y en una labor superlativa. Su personaje ama, duda, sufre, se
sacrifica, atraviesa mil estados no agradables y aún así Mazer consigue la empatía
del público al comunicarlo en tono de comedia, la ves incómoda de desamor pero
eso no incomoda sino que genera ternura y simpatía.
Los detalles técnico-artísticos son
un lujo, ver esta obra es como observar un hermosísimo álbum de fotos de
cincuenta años atrás. El diseño de escenografía de Carlos Di Pasquo y la
realización de Héctor Spina parecen estar pensados en una estética de
historieta; los muebles en diagonales y perspectiva casi nos hace adentrar en
una viñeta. El detalle de la utilería es a pura memoria: máquina de escribir,
teléfono gris de disco y radiograbador entre otras setenticosas. Los actores
lucen los correspondientes trajes que debían usar los hombres de la época, con
sus sacotes, pantalones de tiro alto, solapas amplias y hasta faja, y camisa
muy abierta si la ocasión es más informal. Las actrices cada vez que entran
tienen un look diferente y así vemos un desfile de más de media docena de vestidos estampados
y misma cantidad de zapatos y botas. Cada cambio de vestuario es un show
aparte, nostálgico y delicioso. Excelente diseño de vestuario de Mónica
Schneider. El diseño musical de Rony Keselman es otro acierto; en cuanto entrás
a la sala ya te reciben los éxitos que cantaste cuarenta y pico años atrás y te
habías olvidado.
El texto es de Victor Winer, quien
recreó una típica comedia blanca, entre ingenua y encantadora. La dirección de
Mariano Dossena consigue sin fisuras que nos sumerjamos durante casi una hora y
media en los años setenta y nos creamos todo.
Lindo viaje en el tiempo, y recordé
con emoción lo que en el siglo pasado me daba mucha bronca: qué era que se te
ligase el teléfono. Cuando lo escuché
casi lloro.
Alberto Maffía,
para “AM CRÍTICA TEATRAL”
https://amcriticateatralbaires.blogspot.com
contacto:
escenateatro73@gmail.com
instagram: @amcriticateatral
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