Obra: “Jauría”
Calificación: EXCELENTE
Libro: Jordi Casanovas
Versión: Juan Ignacio
Fernández
Dirección: Nelson
Valente
Elenco: Vanesa González –
Martín Slipak – Gustavo Pardi – Gastón Cocchiarale – Lucas Crespi – Julián
Ponce Campos
Sala: TEATRO PICADERO (Pasaje
Enrique Santos Discépolo 1857 – CABA), de jueves a sábados a las 20:00.
Duración: 60 minutos.
Cuando caminábamos durante la vieja normalidad por Calle
Corrientes, nos encontrábamos con interesantes puestas de teatro de autores
extranjeros que nos mostraban una sociedad lejana que nos causaba cierto interés
pero no empatía (newyorkinos paranoicos tratando de encajar en una sociedad
capitalista, parejas de clase media alta remando alguna aburrida relación o
gente que se pone a cantar y bailar sin ningún motivo por las calles de
Hollywood o de Chicago). Todo muy lindo, todo muy entretenido pero importado y
ajeno. “Jauría” viene de lejos, es de
un hecho sucedido en España pero que parece escrito y ocurrido a la vuelta de
tu casa, ya vivas en Chubut, Tandil o en el barrio de Balvanera de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires.
3 de la mañana del 7 de julio de 2016. Fiesta de San Fermín.
Ellos son cinco amigos que se hacen llamar "La manada". El más joven
debe pasar por un rito de iniciación. Tras cruzarse con una chica en el centro
de Pamplona, se ofrecen a acompañarla a su auto estacionado en las afueras de
la ciudad. Sin embargo, en el camino, uno logra acceder al palier de un
edificio y llama al resto. Toman a la joven y la meten dentro para someterla.
Esta obra fue creada a partir de las transcripciones del resonante juicio que
tuvo lugar entre 2017 y 2019, con fragmentos de las declaraciones de acusados y
denunciante publicadas en diversos medios de comunicación. Una ficción
documental que nos permite viajar dentro de la mente de la víctima y sus
victimarios. Un juicio en el que la denunciante es re victimizada, obligada a
dar más detalles de su intimidad que los propios denunciados.
Los trabajos de Gustavo Pardi,
Gastón Cocchiarale, Lucas Crespi y Julián Ponce Campos son excelentes; animales
de la manada primero y victimarios psicológicos después, justifican de manera
horrorosa y profesional todos los bestiales e irracionales principios del machismo
y el patriarcado. Martín Slipak parece el más animal de todos, se desliza
ferozmente por el escenario mientras amenaza a puño alzado a sus amigos, somete
a la víctima o, en una de las composiciones más monstruosas del espectáculo, se
pone en la piel del juez que vota en disidencia. Actor exquisito como es, trata
de darle cierta vulnerabilidad a su personaje mientras declara en su defensa,
pero esta manada es imposible de redimir y no hay manera que genere más que rechazo
y repulsión. Vanesa González, la víctima, realiza una de las mejores
interpretaciones que he visto en años, es casi imposible retirar la mirada de
su rostro aunque no sea momento de su parlamento. Su complicado texto se dice
con fluidez y sumo cuidado para no generar golpes bajos a pesar de que cada
palabra pega y muy fuerte. Su voz y su expresión parecen neutras, pero las
lágrimas del alma nos cuentan la otra verdad y la complejidad del personaje que
le tocó representar; el trabajo de González es el dolor, el horror y la
humillación interpretados con una belleza artística impactante.
Como teatro documental, el
dramaturgo Jordi Casanovas consigue entramar los textos recopilados del juicio
de manera ágil y funcional creando una historia muy bien contada en base a
retazos y recortes aparecidos en los medios. Nelson Valente, a quien sólo había
visto en puestas relacionadas a familias disfuncionales (las excelentes “El loco y la camisa” y “Sólo llamé para decirte que te amo”) dirige
con maestría a este excelente equipo actoral y consigue que un texto casi
judicial sea accesible, entretenido y empático. Interesante desafío que supera
con creces y le da chapa de director todo terreno.
La escenografía, diseño de
Rodrigo González Garrillo y realización de Gustavo Di Sarro, es simple, simétrica,
y quintuplica el horror con cubículos, telas y luces de pie, todo con muy buen
gusto. La cantidad de elementos perfectos con las tonalidades perfectas. El
diseño de iluminación de Gonzalo Córdova acompaña muy bien y se luce en la
delicadeza del juego de lámparas y bombitas desnudas.
¿Por qué hay que ver esta obra?
Por supuesto que por el mensaje y la denuncia, pero lo que más me conmovió fue
que todo estuviese tan bien contado. Excelentes los artistas involucrados,
todos, del primero al último. “Jauría”
es una cruda, dolorosa y sublime fiesta del teatro.
Alberto Maffía,
para “AM CRÍTICA TEATRAL”
https://amcriticateatralbaires.blogspot.com
contacto: escenateatro73@gmail.com
instagram: @amcriticateatral
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