“Es sólo sexo”, de Jeff Gould. Dir. Iván Romero Sineiro
En
Teatro Picadilly (Av. Corrientes
1524 – CABA), de viernes a domingo.
Construcción y deconstrucción en pareja
Siglo XXI, tiempo del paradigma del
cambio y evolución de los paradigmas. Nada está escrito, todo se va viviendo. Ya
no es época de manuales sino de seguir o empezar a aprender. Y así es como
llega a la cartelera porteña esta obra (“It´s
Just Sex” en su original) después de pasear por todo los EEUU, Off Broadway
incluido, para ponernos a prueba en nuestras creencias y rigideces varias. ¿Por
qué hay que verla? Porque su mensaje y reflexión son necesarios. ¿Y por qué
también hay que verla? Porque las cientos de risas que provoca también son muy
necesarias. Y reales; las conté.
Durante una reunión de amigos, surge
la posibilidad de un intercambio de parejas, pero lo que empieza como algo
divertido termina convirtiéndose en un dilema.
El texto de Gould es increíble y la
traducción de Serricchio también. Lejos de caer en la antigua moralina del
bueno y el malo, el culpable y el que perdona, la impura o la abnegada, la obra
muestra personas que tratan de llevar sus matrimonios de años lo mejor que
pueden. La noche del relato los pone frente al espejo y registra la falta de
juego, de ternura y de pasión que transitan; sobre todo, falta de diálogo. Y
cuando se calla tanto, surge la agresión. Todo esto pasa en esta cena de
parejas y al mismo tiempo en el espectador que está observando un lugar en que
ya estuvo o necesita estar.
El elenco es un DreamTeam. De a
poco, los personajes se van descubriendo y de la simple postura de una cena
informal que parecía destinada a los agotadísimos temas de siempre o reírse de
los mismos chistes añejos, cada uno fue descorriendo lentamente el velo de su
yo sin disfraz y se quedó desnudo en alma. Adriana Salonia, Paula Morales y
Mechi Lambre son tres ángeles infernales e hipnóticos, te roban la mirada con
cada movimiento, realmente arrasan. Flor (Salonia) es la anfitriona que en
absoluta crisis, prácticamente obliga sin piedad al resto a enfrentar sus
propias verdades. Ana (Morales) es el cinismo que parece desear poder abandonar
esta pose, y Clara (Lambre) es la seguridad frágil e insegura. Grandes y
complejos papeles para estar actrices que ofrecen trabajos notables. Juan
Ignacio Cane representa sólidamente ese personaje hegemónico que todos
conocemos, o fuimos, o somos, con el plus de poder dotarlo también de
sensibilidad y empatía. El trabajo de Ignacio Serricchio es brillante; en una
logradísima composición nos pinta un melancólico bufón con necesidad de ser un
héroe cotidiano. Su Pedro duele, conmueve y hace reír al mismo tiempo. Y la
transición del personaje de Benjamín Alfonso es perfecta; de parecer un ser absolutamente básico termina revelando una clara sabiduría anidada en
esa aparente simplicidad que interpela hasta el último concepto que aprendiste
hace veinte o treinta años. Y todo con absoluta verdad.
Muy bien por la escenografía de
Vanesa Abramovich, muy buen gusto retratando este living de clase media alta, y
muy bien el vestuario de Nury Monserrat Bertone. Esta obra es un cúmulo de
aciertos; Iván Romero Sineiro ha cuidado cada detalle y, sobre todo, el ritmo.
Siempre está pasando algo en escena, el transcurrir es vertiginoso y
profundo, los movimientos y cadencias que marca el director son casi coreagrafiados. El tiempo
pasa volando, el cuento está maravillosamente contado.
“Es sólo sexo” es imperdible.
Mirala, es por tu bien.
FICHA ARTÍSTICA
Autor:
Jeff Gould
Traducción:
Ignacio Serricchio
Dirección:
Iván Romero Sineiro
Elenco:
Adriana Salonia – Paula Morales – Juan Ignacio Cane – Ignacio Serricchio –
Mechi Lambre – Benjamín Alfonso – Yani Giovannetti
Producción:
Actuarte Studio
Prensa:
Maxi Cardaci.
Duración:
90 minutos
Alberto
Maffía,
para
“AM CRÍTICA TEATRAL”
https://amcriticateatralbaires.blogspot.com
contacto:
escenateatro73@gmail.com
instagram: @amcriticateatral
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