Obra:
“Caníbal”
Calificación:
MUY BUENA
Dramaturgia: Sebastián
Suñé, sobre una idea de Sebastián Holz.
Dirección: Corina
Fiorillo
Sala: Teatro El
Picadero (Enrique Santos Discépolo 1857, CABA), los lunes a las 20:30.
Duración 75 minutos
Elenco: Sebastián Holz,
Dolores Ocampo y Belén Pasqualini.
La obra presenta la estructura de un music hall donde
encontramos casi una decena de escenas atravesadas por la temática “caníbal”. A
no aguardar inútilmente la aparición de Hannibal Lecter ya que de ser así, el
espectador quedará decepcionado; a lo sumo tendrá que conformarse con el
brillante número de “La niña caníbal”, que les juro no es poca cosa. Acá la
metáfora le gana a la antropofagia y somos espectadores del hombre como lobo
del hombre; así veremos, entonces, como el psicoanálisis, las relaciones
tóxicas, la religión y el capitalismo, en determinados momentos, tienen las
fauces bien abiertas para devorarnos o, tal vez, nosotros seamos partes del
sistema y seamos los devoradores. Las reflexiones a las que nos invita su
autor, Sebastián Suñé, son más que interesantes.
Los intérpretes son arrolladores; imposible destacar su
punto fuerte porque todo lo hacen bien. La energía que Sebastián Holz, Dolores
Ocampo y Belén Pasqualini despliegan en el escenario es electrizante. Los temas
que se abordan son fuertes y ellos los transforman en potentes y conmovedores. Si
bien la exposición de la fagocitación en la pareja no aporta nada nuevo (a esta
altura ya se ha dicho y visto todo miles de veces), donde la obra adquiere su
vuelo comprometido y revelador es cuando se adentra en lo social, verdadero
punto fuerte del espectáculo, y allí es cuando recibimos el cachetazo del
número sobre “La ira del capital” o se nos advierte sobre nuestra hipocresía
cuando nos permitimos cualquier tipo de aberración pero “nos horroriza comer
carne humana”. De todas maneras, y a pesar de la densidad temática, el
espectáculo no pierde risas y, en algunos casos, simpatía, como la innovadora
manera de denunciar las redes sociales y nuestra celudependencia.
La puesta de Corina Fiorillo es acertada e
imprescindible; hacer que los tres volcanes que tiene en escena permanezcan en
estado activo pero sin entrar en erupción y cometer un desastre es de
perfección milimétrica. Mismo trabajo realizó Juan Diego Bros al poner la
exquisita coreografía del número final. Los instrumentos de Carlos Britez,
Mario del Risco y Clement Silly sonaron perfectos y diáfanos, y tal vez
merecerían algún minuto de lucimiento solista. El escenario, demasiado vacío.
El espectáculo se disfruta de punta a punta. CANÍBAL es plato exquisito servido por
tres anfitriones de lujo.
Alberto
Maffía,
para “AM CRÍTICA
TEATRAL”
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