domingo, 13 de febrero de 2022

"Mi amigo hormiga", de Diego Sebastián Oria y Jorge Soldera

Obra: “Mi amigo hormiga”, de Diego Sebastián Oria y Jorge Soldera

Calificación: MUY BUENA

Libro: Diego Sebastián Oria

Música original: Jorge Soldera

Coreografía: Gustavo Carrizo

Dirección musical: Mariano Frumento

Elenco: Thomas Lepera, Agus Benavides, Sebastián Fernández, Mora Fisz, Diego Sassi, Nora Pavón, Adrián Altamirano y Paula Rosen.

Bailarines: Camila Martínez, Lucía Cullinan, Micaela Giménez, Pedro Vega, Rubby Duserre, Martu Rubio.

Músicos: Juan Pablo Palmucci, Juan José Mayotte, Mariano Frumento, Paolo Di Giacomo

Dirección: Diego Sebastián Oria

Sala: “Teatro ASTRAL”, Av. Corrientes 1639 – CABA.

Duración: 95 minutos

            Como nos han enseñado durante el siglo XX en la materia Educación Cívica (ya no existe) del secundario, el adolescente “adolece” (adolecer: pasarla pésimo en la transición de púber a la vida adulta mientras se disparan  hormonas y el alma grita, llora y salta dentro de un cuerpo al que no le entran tantos sueños y que no para de cambiar). Así, el inefable Diego Sebastián Oria esta vez nos recrea una fábula juvenil muy contemporánea donde un puñado de jóvenes debe resolver problemáticas extremadamente actuales. Haters, ciberbullyng, embarazo adolescente, desamores y conflictos familiares se protagonizan, cantan y bailan en un espectáculo con mucha fuerza.

            Tras la confusa muerte de Renzo, su gran amigo Julián se encierra en su cuarto sin entender qué fue lo que pasó. Es entonces cuando conoce a su nuevo amigo hormiga "El Chili", que le enseñará a superar las dificultades y a conectarse con la vida.

            En este tipo de historia el casting es fundamental, y esta obra tiene un elenco joven soñado. Sebastián Fernández es puro amor, angustia y melancolía en su perfecto Julián. Mora Fisz compone a Camila, tal vez uno de los personajes más complicados, yendo de la travesura a la oscuridad o intentando una redención, muchos colores sutiles y todos resueltos eficazmente en noventa y cinco minutos. Agus Benavides es Ambar, la dulzura, el sensible y compañero bichito de luz. Adrián Altamirano, Baltazar, es la potencia, la broma, la fuerza y hasta se autodefine en un guiño metateatral con su tema “Mi mundo en 4D”. El trabajo de Thomas Lepera es exquisito, por un lado juega todo el dolor de su Renzo con bellísima sensibilidad, y por el otro compone al intenso y carismático Chilli con energía arrolladora.

La escena de Renzo y el profesor Iván, un excelente Diego Sassi, con flashbacks a la historia de amor con Micaela, es perfecta. Íntima, simpática, muy bien jugada por los actores, con una clarísima y eficaz puesta de luces de Carlos Gaber y, tal vez, con la canción más bella y sentida de la obra. En sí misma es una miniobra disfrutable por donde se la mire.

La música de Jorge Soldera es hermosísima y, junto con las letras de Oria, no paran de crear hits. “Te puede suceder” e “Imperfecto” te cantan al alma, son cálidas, abrazables. Y “Bichito de luz” es un tenue beso en los labios, alguien que te roza la mano y tararea una melodía llena de sol dentro de un teatro en sombras.

            El texto es bueno e interesantemente crudo y realista para una obra con tanto niño dando vueltas. Tal vez alguna situación se resuelva demasiado rápido y la elipsis se exagere un poco, pero en general todo está muy bien puesto.

            Inusual tener la suerte de ver tanta gente en escena, arriba y abajo, y en plena pandemia. El cuerpo de baile ofrece un excelente coro a la historia, proyectando toda su fuerza sobre el escenario; se nota la excelente puesta coreográfica del experimentadísimo Gustavo Carrizo. Y tener una orquesta en vivo, dirigida en este caso por el maestro Mariano Frumento, es un lujo que se extrañaba.

            Muy buen diseño escenográfico de Nacho Bruno, con tarimas y andamios representando una estructura lúdica ideal para ser transitada por toda la potencia adolescente.

            Y claro que la dirección es perfecta, ya sabemos que Oria está en todos los detalles. Y a pesar de la temática realista, encuentra su momento de locura onírica con la presencia de Chilli, sello casi personal y característico de este joven y prolífico director.

            Oria y Soldera están redefiniendo el teatro musical argentino, y este es uno de sus mejores ejemplos.

             

         Alberto Maffía,

para “AM CRÍTICA TEATRAL

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                                                                                                                    instagram: @amcriticateatral 

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