lunes, 21 de diciembre de 2020

"Vacío", de Diego Sebastián Oria y Jorge Soldera

 Obra: “Vacío”

Calificación: MUY PERO MUY BUENA

Libro y letras: Diego Sebastián Oria

Música original: Jorge Soldera

Coreografía: Juan José Marco

Producción general: Punta Orilla Contenidos.

Dirección: Diego Sebastián Oria

Sala: “Centro Cultural San Martín”, Sarmiento 1551 – CABA.

Duración: 70 minutos

Elenco: Virginia Peroni, Emiliano Giannotti, Maribel Khazal y Gustavo Viñes.

 

            Los mundos de Diego Sebastián Oria siempre sorprenden; te pueden sumergir en un inframundo donde la Parka reina o en una tierra maravillosa repleta de personajes friki. Esta vez el notable dramaturgo llegó al espacio y el futuro y los plagó de internautas, unicornios, hackers y robots (en realidad sólo uno y de cincuenta centímetros). Jamás una distopía fue tan hermosa.

            Año 2050. Luego de la quinta pandemia, el aire que respiramos ya no es gratis. Cuatro internautas viajan al espacio con una misión: crear nuevas posibilidades de vida. “Vacío” se convierte así en una alternativa tan absurda como existencial en un mundo subyugado por falsos sentidos donde los seres humanos carecen de un norte en común.

            Virginia Peroni, Emiliano Giannotti, Maribel Khazal y Gustavo Viñes dejan todo en escena: saltan, corren, juegan, cantan, tienen sexo, persiguen unicornios, se llenan de colores y, por sobre todo, conmueven. La obra tiene varios clímax muy introspectivos y ellos los ejecutan con veracidad y sencillez arrolladoras. Ayuda a este blanqueo existencial que tiene cada protagonista, un jugo desinhibidor de emociones que beben por error… Un “jugo desinhibidor de emociones”… brillante, brillante, brillante… El cosmos de Oria es inmenso y carece de límites creativos.

            Las canciones son algunas bonitas y otras bellas, sobre todo si las canta Virginia Peroni. Los momentos musicales son, tal vez, los espacios más sensibles del espectáculo; música conmovedora compuesta y a cargo de Jorge Soldera y letras del mismo Oria. Cada tema desnuda el alma de los personajes y sirve de monólogo interno para vislumbrar sentimientos. La pandemia es sólo el marco de esta historia que nos habla de las personas y sus miedos y soledades, producto y en parte de la falta de comunicación.

            El vestuario y el maquillaje son perfectos y nos remiten a la estética espacial de las series americanas de los sesenta. La escenografía de Walter Valli es acotada, justa y sobria; expresa muy bien lo que tiene para contar y es muy funcional. La coreografía de Juan José Marco es dinámica y lúdica y encaja sólidamente con el estilo del director general; el trabajo de Marco siempre es un lujo.

            Terminó la obra, saludaron los actores, el compositor, el director… y me fui de la sala con la prueba irrefutable de que la obra es imperdible e imprescindible: los setenta minutos se me pasaron volando, me reí mucho, lagrimee un par de veces, y en la parada del colectivo me encontré tarareando “como una naaave al vaciiiiio”. Si de un musical te vas cantando uno de sus temas, todos sabemos que entonces valió la pena.

“Vacío” es realmente una joya, de esas que es muy difícil encontrar hasta en los tiempos de la vieja normalidad.

    Alberto Maffía,

para “AM CRÍTICA TEATRAL

contacto: escenateatro73@gmail.com

 

 

sábado, 5 de diciembre de 2020

"De mil amores", de Cecilia Cambiaso

 Obra: “De mil amores”

Calificación: BUENA

Dramaturgia: Cecilia Cambiaso

Sala: Streaming On Line – Entradas por “Alternativa Teatral”.

Duración: 78 minutos

Elenco: Milagros AlmeidaFlorencia BarioJuan BarreiroJack BeraunCecilia CambiasoNahir De CiancioIván Espeche GilPablo Jesús GattoTomas MatarOmar PossematoFacundo SalomonLeandro Travaglio. Jessica Zelazny

Sonido En Vivo: Omar Sergio Possemato

Vestuario: Nury Bertone

Edición de video: Cecilia CambiasoOmar Sergio Possemato

Cámara: Alejandro ArattaEsteban Martinez

Diseño gráfico: Hernan Cambiaso

Asistencia de dirección: Matias Villanueva

Producción general: Nahir De Ciancio

Dirección musical: Milagros Almeida

Dirección general: Cecilia Cambiaso

 

            El espectáculo “De mil amores” se propone una multiplicidad de hechos artísticos y de todos sale airoso. Es una obra de teatro que cuenta cómo se arma y desarrolla una obra de teatro, también es el streaming de todo eso y un show con tintes de comedia musical;  además, hay que sumarle una terapia grupal previa y omnipresente por parte de los protagonistas. Parece complicado pero no lo es; cuando uno presencia l apuesta, todo cierra.

            “De mil amores” es el resultado final de la serie web “Plenilunio” (actualmente disponible en YouTube con nueve capítulos). Durante el período de aislamiento obligatorio en Buenos Aires, un grupo de actores se unieron a crear esta serie ante la incertidumbre que generó el receso dentro de la profesión. Así nació esta historia de un grupo de terapia que tuvo que arreglárselas por Zoom durante la cuarentena para seguir con el tratamiento donde se reúnen cada semana a enfrentar sus miedos y sanar el árbol genealógico de cada quien. Estos mismos personajes son los que crean el espectáculo “De mil amores” cuyo objetivo es llevar al espectador a un viaje onírico contando historias de amor a través del tiempo. Desde el año 1930 hasta el día de hoy los personajes invitan a cruzar el umbral de la fantasía y vibrar por unos instantes en la frecuencia del primer y último beso.

                        El elenco es parejo, creíble, y se nota el trabajo previo en la serie web porque la conexión entre ellos es aceitadísima y fluye sin fisuras. El espectáculo tiene varias canciones de esas que sabemos casi todos y, si bien algunas se resuelven de mejor manera que otras, en los momentos musicales que aparece Iván Espeche con su guitarra y su pisada escénica, nos damos cuenta que sin dudas  hicimos muy bien al elegir esta propuesta, siendo el tema “Alma de diamante” la joyita del show. El escenario del Gorriti Art Center luce bellísimo, sensiblemente teatral y hasta emociona con sus luces y escenografía. El vestuario de los tiempos teatrales es fuerte y acorde al espacio; el de los momentos informales tal vez sea demasiado informal.

                        “De mil amores” es un espectáculo entusiasta, potente y colorido en el que se disfruta la nostalgia del pasado y del teatro.

 

    Alberto Maffía,

para “AM CRÍTICA TEATRAL

contacto: escenateatro73@gmail.com

 

 

sábado, 12 de septiembre de 2020

"Los últimos cinco años", de Jason Robert Brown

 Obra: “Los últimos cinco años”

Calificación: MUY BUENA

Autor: Jason Robert Brown

Dirección: Juan Álvarez Prado

Dirección Musical: Hernán Matorra

Elenco: Florencia Otero – Germán Tripel

Producción: Go Broadway Producciones – Sin Corte Producciones – Teatro Picadero.

Prensa: SMW Press

Sala: Streaming On Line – “Teatro Picadero”” - Entradas por “PlateaNet”.

Duración: 85 minutos           

                En teatro ya hemos visto muchas historias románticas y también muchos musicales románticos, pero ninguno está narrado de forma tan particular e interesante como “Los últimos cinco años”. Los vaivenes temporales del texto de Jason Robert Brown van, vienen, se cruzan y se separan con maestría. En esta puesta, que se pudo ver por streaming, el fondo es bellísimo y la forma súper original.

            El autor basó la historia en su propio matrimonio fallido y también ex matrimonio fallido, ya que Brown fue demandado por su exesposa debido a la similitud entre ella y el personaje de Cathy, y teniendo que cambiar entonces, por orden judicial, detalles de la puesta original.

            Acá la pareja ficticia (recuerden, “ficticia”, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia… ponele) de Cathy y Jamie es interpretada por Florencia Otero y Germán Tripel. Conocedores del oficio y con mucho musical encima, la pareja se muestra cada vez más talentosa; a ambos, el tiempo y la experiencia les sienta bien. Otero canta como los dioses y conmueve como una sirena; desde que arranca con “A mí me duele”, el oído y el corazón del espectador pasan a pertenecerle. Tripel se luce por su simpatía, su energía y su potente caudal vocal; toda su magnífica tripelidad queda plasmada en la interpretación de “La historia de Schmuel”. Sus Cathy y Jamie se enamoran y enamoran en el dueto “Los próximos diez minutos”; con interpretaciones sutiles y casi susurros cantados que logran uno de los momentos más conmovedores del musical.

            Hernán Matorra, además de la dirección musical, es un lujo al piano. En “Asesinato para dos”, protagonizaba. En “Los fantástikos” estaba en un piano al costado del escenario y también protagonizaba porque era una delicia verlo ejecutar la melodía y pasar apasionadamente las hojas de la partitura. Si en un musical, Hernán Matorra toca encerrado en una caja gigante que nadie ve, también protagoniza porque es imposible que su genialidad pase desapercibida. En esta puesta lo vemos poco, en algún corto diálogo con los protagonistas o cuando se abre el plano, pero lo tenemos presente de manera constante; su lujo interpretativo resuena durante todo el espectáculo.

            La dirección de Juan Álvarez del Prado es efectiva, íntima y, por sobre todas las cosas, sensible. Nada se excede, todo en su justa medida, lo cual es un gran desafío dentro del género musical, donde lo exacerbado suele ser moneda corriente. La puesta nunca sabe a poco ni empalaga.

            “Los últimos cinco años” es un delicatesen musical preparado por un dream-team de lujo cien por ciento disfrutable.

           

    Alberto Maffía,

para “AM CRÍTICA TEATRAL

contacto: escenateatro73@gmail.com

 

 

 

viernes, 11 de septiembre de 2020

"Amor de película", de Héctor Díaz

 Obra: “Amor de película”

Calificación: MUY MUY BUENA

Dramaturgia: Héctor Díaz

Dirección: Héctor Díaz

Sala: Streaming On Line – “Espacio Callejón” - Entradas por “Alternativa Teatral”.

Duración: 84 minutos

Elenco: Gerardo Chendo – Rubén De La Torre – Javier Niklison – María Inés Sancerni – Luli Torn

Asistencia de dirección: Matías Del Federico

Prensa: Duche&Zarate

            Comedias románticas… Un chico que espera en la terraza del Empire State. Una damisela que sueña con el príncipe azul mientras limpia un cuarto de hotel de la 5ta Avenida. Cliches.  Basta señoras y señores, las fábulas rosas no sólo se desarrollan en Manhattan, y eso queda clarísimo en “Amor de película”, una sobresaliente obra de teatro, ahora en streaming,  que nos enseña qué sucede cuando los argentinos hablan de amor.

            Un inescrupuloso productor de cine en decadencia y su melosa secretaria, convocan y hacen convivir a una exitosa y joven youtuber con un guionista cuarentón pasado de moda para que escriban un guion de cine. Sí sí, ya sé, suena muy a “Hollywood”, pero les juro que no. El guionista de Gerardo Chendo es inseguro, frágil y hasta sucio y coleccionista de ochentosas revistas eróticas; el actor compone de manera querible y empática este antihéroe que muchos conocemos o fuimos. Luli Torn es la youtuber; personaje fresco e irrespetuoso típicamente millenial; su energía es perfecta y su sensibilidad también. María Inés Sancerni y Rubén De La Torre juegan una segunda historia de amor casi cruel y tóxica en un increíble tono hilarante, nos hacen reír a puro talento con el desamor, los sueños rotos y la soledad. Javier Niklison interpreta con soltura a un funcionario “facilitador” que otorga subsidios a su placer y conveniencia.

            Héctor Díaz escribe y dirige una fábula brillante y bien nuestra, donde se habla del amor y de Munro y el conurbano y los muchachos del instituto. El ritmo no decae nunca y las risas se suman una tras otra. Díaz hace magia con nuestro humor, nuestro dolor y nuestra idiosincrasia.

            “Amor de película” es una cita imperdible para los amantes del teatro, del cine y de nuestras imperfectas historias de amor.

3 NOMINACIONES PREMIOS ACE 2019

· MEJOR ESPECTÁCULO TEATRO ALTERNATIVO - "Amor de película"

· MEJOR ACTRIZ TEATRO ALTERNATIVO - María Inés Sancerni

· MEJOR ACTOR TEATRO ALTERNATIVO - Gerardo Chendo

 

    Alberto Maffía,

para “AM CRÍTICA TEATRAL

contacto: escenateatro73@gmail.com

 

 

domingo, 6 de septiembre de 2020

"Maestras en pandemia", de Fabrizio Origlio

 

Obra: “Maestras en pandemia”

Calificación: BUENA

Dramaturgia: Fabrizio Origlio

Dirección: Diego Sebastián Oria

Sala: Streaming On Line - Entradas por “Alternativa Teatral”.

Duración: 56 minutos

Elenco: Julia Calvo – Florencia Otero – Germán Tripel – Anita Gutiérrez – Geraldine Farhat – Nora Pavón.

            El Covid nos tiene a todos navegando en aguas desconocidas. Clubes que son cines que son autocines, teatros que son streaming, bancos a puro homebanking… y las escuelas. Las Escuelas. Que cuándo abren, que si los chicos aprenden, que si la cuota, que si el zoom, que si las cosas. Todo parece cambiar menos ellas; bicho raro el docente… le gusta enseñar, se apasiona, ama en la tarea. Y se reinventa y adapta como puede. Remando en dulce de leche y alcohol en gel, así se encuentran las protagonistas de esta obra.

            A través del zoom, las maestras del título se comunican. Dan clases, se conectan entre ellas, dirigen, hacen lo mejor que pueden. Así Elisa trata de llegar al alma de los adolescentes en un contexto que no la ayuda en lo más mínimo. La actuación de Anita Gutiérrez es sutil, su personaje se encuentra entre la pasión y el clonazepam, y ella lo traza de manera interesantísima. Bety (Nora Pavón) y Estela (Geraldine Farhat) juegan muy bien a un tenue grotesco de docentes buscando algo de reconocimiento en su labor. Julia Calvo da clase de actuación a pesar de que su personaje no es maestra sino la hilarante Inspectora de la Región 5ta. Teniendo a favor su doble oficio se mueve como pez en el agua, la cámara la ama y el teatro también; imaginen entonces la magia que despliega por streaming. El personaje de Florencia Otero es bellísimo y le cabe a la perfección. Esta maestra de sala de tres no se desanima nunca ni pierde la sonrisa, no decae, y eso que motivos le sobran: su marido trata de ayudar pero no ayuda, los niños no terminan de engancharse con la seño virtual y los padres son francamente insoportables. Y a pesar de todo, la seño Sol no baja los brazos. La creación de Otero emociona por su dulzura, creíble de punta a punta; cuando uno piensa que se va a dar por vencida… no… sigue irradiando vocación.

            El texto de Fabrizio Origlio es bueno y efectivo, destacándose sobre todo en los monólogos telefónicos. Como Profesor y Licenciado en Ciencias de la Educación, sabe de lo que está hablando. Diego Sebastián Oria dirige de manera acertadísima, logrando superar con creces su paso desde lo exacerbado de la comedia musical en tablas a estas criaturas sensibles al borde de la lágrima y el amor por cam. Y también logra mechar con perfecto timming las voces off en los cuadros de Otero y que, sinceramente, me arrancaron varias carcajadas. ¡Muy bien por las voces de los niños y los padres! ¿Me faltó algo? Sí, una cosita. Un maestro, un profesor, un ordenanza. El cupo masculino típico de una escuela, ahora virtual.

            Muy lindo espectáculo rebosante de empatía. Todos alguna vez estuvimos en aula con ellas. Ahora la escuela está en casa, y no sé si eso es bueno o no, pero qué suerte que Las Maestras en Pandemia te lo cuentan con humor.

    Alberto Maffía,

para “AM CRÍTICA TEATRAL

contacto: escenateatro73@gmail.com

 

domingo, 30 de agosto de 2020

"Dos plazas y media", de Damián Valgiusti

 Obra: “Dos plazas y media”

Calificación: MUY BUENA

Dramaturgia: Damián Valgiusti

Dirección: Gimena Romano Larroca y Damián Valgiusti

Sala: Streaming On Line - El Camarín de las Musas. Entradas por “Alternativa Teatral”.

Duración: 55 minutos

Elenco: Luciana Ulrich, Damian Valgiusti.

            Las catástrofes suceden. Un huracán arrasa, un terremoto mueve, un tsunami destruye. Y así un hombre, cualquier hombre, de pronto se encuentra dentro de un suceso que no termina de entender y se halla indefenso y náufrago, en medio de la nada, sobre un colchón y con retazos de su vida flotando alrededor. Los naufragios ocurren. El amor también. Y a veces, como en esta obra, las dos cosas suceden al mismo tiempo.

            Él flota sobre el colchón del título sobre las aguas de una catástrofe que no se termina de determinar en concepto ni plano. Ella llega y se transforma en la nueva tripulante de la improvisada balsa. No sabemos sus nombres. No se dicen, no se recuerdan. La obra es un bellísimo thriller poético, hay mucho por descubrir de la historia y el pasado de estas criaturas. El texto de Valgiusti, ganador del Concurso de Autores Conurbano Norte de la Provincia de Buenos Aires (2014), es conmovedor, una melódica sinfonía para orquesta de cámara de cinco instrumentos; dos artistas, viento, agua y cosas flotando.

            Luciana Ulrich compone con solvencia un difícil personaje ambiguo capaz de ternuras y secretos, de sueños y dolor, y lo hace a la perfección. Damián Valgiusti emociona con una creación sensible, fuerte en la aventura e insegura en la cotiadianeidad. Juntos son un bello y desgarrador romance, como también un enigma por resolver. La química entre ambos fluye sin fisuras y ayuda a hacer real esta historia de ribetes oníricos y fantásticos.

            La dirección de Gimena Romano Larroca y Valgiusti es eficaz y logra hacer creer al espectador de manera verosímil que un colchón es capaz de volar y que la fantasía puede llegar a tener más fuerza.

            Excelente alternativa teatral para estos tiempos; jamás pensé que la historia de un colchón podría ser tan atractiva y mágica.

    Alberto Maffía,

para “AM CRÍTICA TEATRAL

contacto: escenateatro73@gmail.com

jueves, 12 de marzo de 2020

"Raya al medio", de Raúl Martorel


Obra: “Raya al medio”

Calificación: NO SABRÍA QUÉ DECIR
Dramaturgia: Raúl Martorel
Dirección: Andrés Cesáreo
Sala: El Vitral (Rodriguez Peña 344 – CABA), los sábados a las 20:30
Duración: 60 minutos
Elenco: Naanim Timoyko – Alejandro Vitale – Carolina Neifert – Martín Pereira
             
          “Raya al medio” es una liviana comedia picaresca ochentosa que no rescata lo mejor del género.
Hay una capa cómica, Naanim Timoyko, vedette emblemática de fines de los setenta, que con soltura compone a Violeta, la dueña de una peluquería que atraviesa problemas económicos. Vaya uno a saber por qué, y a pesar de dichas dificultades y de que ya son dos las personas encargadas de realizar las coiffiures pertinentes, contratan a una tercera para trabajar en ese local al que no va nadie. ¿Con qué necesidad? No sé. El libro es muy muy raro. La elegida es una rusa a quien desde la dirección parecen haberle marcado que inspire su composición en la nena de Adriana Brodsky en el sketch del  Manosanta y por ende repite varias veces que es muy fea y que no le va a gustar a nadie; rusa quien además, cuando canta, pierde todo acento extranjero (sí, la obra tiene un par de temas cantados, ya avisé que era un texto no habitual). Hay también un peluquero, La Susi (Alejandro Vitale), personaje demasiado afianzado en un muy falso estereotipo antiquísimo pero que bueno, por esas cosas de la magia del teatro, es el que termina generando mayor empatía en el público.
            De todas maneras, ojo que el final sorprende; el “deux ex machina” es un poroto al lado de las decisiones de este dramaturgo. Y risas hay; entre el oficio de Timoyko y el ritmo de Vitale la obra se deja ver y algunas situaciones son graciosas. Como dupla, funcionan bien.
            Como diría un reconocido filósofo, “corta la bocha”: si no esperás un gran texto y tenés la risa fácil y un poco de nostalgia por el humor de los setenta y los ochenta, andá y la vas a pasar moderadamente bien. Y a ver… la presencia de Timoyko no deja de ser un plus interesantísimo, sobre todo si tenés buena memoria; a mí verla me encantó.
           

Alberto Maffía,
para “AM CRÍTICA TEATRAL
contacto: escenateatro73@gmail.com

lunes, 2 de marzo de 2020

"Happiness", de Florencia Lorenzo y Paula Zaurdo


Obra: “Happiness”

Calificación: BUENA
Dramaturgia: Florencia Lorenzo y Paula Zaurdo
Dirección: Nicolás Sorrivas
Sala: El Método Kairós (El Salvador 4530 – CABA), los sábados a las 21:00.
Duración: 50 minutos
Elenco: Florencia Lorenzo y Paula Zaurdo
             
         “Argentina, entre los países donde menos se respetan los derechos laborales en todo el mundo… El estudio considera que aquí el Gobierno y/o las empresas están decididas a acallar la voz de los trabajadores" (fuente. Infobae 1-3-2020). El derecho laboral argentino es claro y el derecho natural, lógico: los seres humanos tienen que comer y descansar. Y acá va lo que para algunos parece ser una novedad… el empleado de cualquier empresa es un ser humano. Las protagonistas de esta historia son Eleonora y Emilia, dos recepcionistas sumidas en la inercia rutinaria del sistema corporativo que encuentran en la nueva cadena de comidas Happiness un recinto libertario. Salir a almorzar será, entonces, una picardía reveladora dentro del estado de opresión y cautiverio que ambas experimentan. 
            El texto de Lorenzo y Zaurdo es indignantemente actual. Dos personas cosificadas por un voraz mundo laboral. El derecho al almuerzo claramente existe pero ellas se lo cuestionan y la empresa sutilmente se los prohíbe: si no se puede salir del edificio para almorzar, se queda en disponibilidad de la empresa, y si se está en disponibilidad no es descanso. Claro como el agua. Ella sueñan con el derecho que ya tienen pero que no saben cómo ejercer. De manera patética ingieren alimentos de sus tristes tuppers mientras a través de la persiana americana de la oficina sueñan con alcanzar el “Happiness” (“Felicidad” en su inglés original); sólo treinta pasos que parecen muy lejanos.
            Eleonora (Paula Zaurdo) y Emilia (Florencia Lorenzo) forman un tándem impresionante. La obra pasa por mil tonos (lo íntimo, lo desaforado, lo lúdico, lo mecanizado, lo sexual, lo ingenuo) y ellas se desenvuelven cómodamente por todos los matices. La presencia de lo físico es casi constante, desde la intensidad asombrosa y los diferentes planos jugados en la puesta hasta lo enervante del teclado y la ira de los deditos.
            Muy interesante resulta ser la dirección de Nicolás Sorrivas, quien consigue contar de forma verosímil una historia muy íntima de manera casi desaforada; no le debe haber sido fácil narrar el camino de los treinta pasos a la felicidad del Happiness con cuerpos saltando desde los escritorios. Y otro acierto que cabe destacarle es la activa forma de mostrar el frente y contrafrente del espacio a lo largo de la obra.
            El vestuario de Candelaria Lorenzo y la escenografía de Magalí Acha se confunden y mimetizan perfectamente en sus colores verdes y naranjas, ayudando a remarcar la idea de que las empleadas casi no son más humanas que los teléfonos, las engrapadoras y los marcadores flúo con los que les toca producir. Uñas, colitas para el pelo y comida de los tupper en composé con todos los objetos; detalle delicado y delicioso. La iluminación de Ricardo Sica es protagónica y ayuda eficazmente a subrayar las diferentes intensidades de una historia dinámica.
            “Happiness” es un cuento cruel, un espejo corrosivo para todos los que marcamos la entrada al trabajo con la lectura de nuestra huella dactilar… Y qué tristeza, por dios pero qué tristeza, me da haberme dado cuenta que hace años, pero años, que no descanso en mi hora de almuerzo.


Alberto Maffía,
para “AM CRÍTICA TEATRAL

contacto: escenateatro73@gmail.com





jueves, 27 de febrero de 2020

"Sólo llamé para decirte que te amo", de Nelson Valente


Obra: “Sólo llamé para decirte que te amo”

Calificación: BUENA
Dramaturgia: Nelson Valente
Dirección: Nelson Valente
Sala: Teatro Picadero (Pasaje Santos Discépolo 1857 – CABA), los martes a las 20:30.
Duración: 70 minutos
Elenco: Mayra Homar, Agustina Sanguinetti, Juan Pablo Kexel, Puchi Labaronnie, Ramiro Delgado, Guido Botto Fiora, Julia Eva Saggini.
            
              El dicho “los tuyos, los míos y los nuestros” suele remitirnos a blancas comedias familiares hollywoodenses, la obra “Sólo llamé para decirte que te amo” reinventa el enunciado y lo transforma en “los míos, los muy míos y los recontra míos”, pintándonos un dramón agridulce que nos hace reír de dolor e impotencia. Patricia vive con sus hijos mellizos, su madre, su hermana y la novia de uno de sus hijos. Ella lleva la casa adelante. Una llamada telefónica en un viejo teléfono de línea de Entel intenta cambiar su vida y enfrentarla a su familia para siempre.
            La dramaturgia de Nestor Valente es simple y bien estructurada. Se reconocen personajes, situaciones y, sobre todo, se identifica claramente el centenar de frases hechas que esgrime Maricel (Agustina Sanguinetti) en un diálogo monologueado con su paciente hermana. Su decir es de intensidad perfecta, la escuchamos a ella y recordamos a nuestras abuelas, madres y tías repitiendo esa suerte de sentencias antipedagógicas con las que nos educaron a todos los que tenemos más de cuarenta.
Y si bien hay voces muy potentes, los momentos más ricos son los silencios. La mirada parsimoniosa acompañada por el paso cansino, insoportable y arrastrado de Hernán (Ramiro Delgado) crispa y define perfectamente a su personaje en particular y al resto de esta familia abúlica y dependiente en general. La gestualidad de Camila (Julia Eva Sanguinetti) es deliciosa; por su cara y pose corporal pasa de todo. Con su “Patricia”, Mayra Homar arrasa. La resignación con la que escucha callada  las bestialidades que dice su familia es conmovedora; su equilibradísima y medida actuación genera tanta empatía que el espectador se queda esperando que en sus silencios, y antes de que cambie la yerba, le pase el mate a la platea mientras escuchamos la agresividad pasiva con la que es maltratada constantemente. Resignación, paciencia, amor, hastío; todo se refleja en sus ojos y se comparte cómplice.
            La dirección de Valente, hacedor de la bellísima “El loco y la camisa”, es dinámica y sensible; su mano ya son palabras mayores en las puestas sobre conflictos familiares.
            Dentro del acertado vestuario de Inés Saavedra, no es menor el detalle del vestido rojo de la protagonista, teniendo en cuenta que la canción que da título a la obra pertenece a la película “Una chica al rojo vivo” (The Woman in Red) de 1984. Patricia al rojo vivo en este caso. Ella y tal vez algún personaje más.
            “Sólo llamé para decirte que te amo” es una historia de amor que gusta, un drama familiar que duele, y un ingenuo hit de los ochenta que se adapta, como puede, a los desamores y las relaciones actuales no tan perfectas, más reales y acordes al siglo veintiuno.
Alberto Maffía,
para “AM CRÍTICA TEATRAL”

(contacto: escenateatro73@gmail.com)


martes, 21 de enero de 2020

"La casa de las palomas", de Victoria Hladilo


Obra: “La casa de las palomas”

Calificación: BUENA
Dramaturgia: Victoria Hladilo
Dirección: Victoria Hladilo
Sala: El Camarín de las Musas (Mario Bravo 960 – CABA), los domingos a las 21:00.
Duración: 65 minutos
Elenco: Emiliano Díaz, Victoria Hladilo, José María Marcos, Mercedes Quinteros, Roxana Randón, Manuel Vignau.
            
             En el año 2020 tildar a una familia de disfuncional es casi una redundancia, y hasta un insulto. La connotación de este adjetivo tan particular es negativa, es defectuosa, pero lo cierto es que cada vez que nos invitan a ver una puesta sobre “la disfuncionalidad de la familia” terminamos viéndonos a nosotros, a nuestros vínculos y a la forma que tenemos de conectarnos a los nuestros lo mejor que podemos y lo mejor que sabemos. La casa de las palomas es ese tipo de obra; sencilla, familiar, dolorosa, nostálgica, intensa, y hasta cómica.
            Los entretelones de los grandes festejos siempre muestran la cara menos maquillada de la realidad; eso sucede en la cocina del salón de eventos que ha alquilado Paula para festejar el cumpleaños de su hijo Dante. En este espacio van a convivir durante algo más de una hora la anfitriona, su esposo, sus padres, la empleada y el animador. Los conflictos que se dan entre los personajes son muchos y muy bien construidos. Por lo general este tipo de subgénero teatral funciona como un muestrario de dramas y miserias que terminan sin definirse y quedando sólo en la mera enunciación; eso no sucede en esta obra, todo lo que se propone se cuenta, se define, se entiende y tiene un sentido. La dramaturgia de Hladilo es brillante y el punto más fuerte del espectáculo; cada parlamento que se escucha es un placer y, al mismo tiempo, es autosuficiente, tanto por el sentido como por la poesía misma.
            Victoria Hladilo (Paula) navega su propio texto con naturalidad, conoce los matices de cada frase y los aprovecha. Mercedes Quinteros (Ely) es la empleada, personaje lúcido de la historia. Sabe todo lo que sucede, siempre ha observado en silencio sin que nadie la registre; ella es ese familiar alquilado al que por un lado se lo acerca a la intimidad diciéndole que es necesario al momento de soplar las velitas como uno más del clan y, por el otro, se lo obliga a ponerse un atuendo mucameril para que quede bien claro quién es quién en el festejo. Muy interesante personaje y muy interesante actriz. José María Marcos (Emilio) es el padre de Paula; a pesar de llevar gran peso de la carga dramática, tiene un oído afiladísimo para la comedia. La caracterización de Manuel Vignau (Lucho) como el animador es estupenda; esa energía casi zen y al mismo tiempo dinámica que poseen estos entretenedores de fiestas infantiles se plasmó a la perfección.
Párrafo aparte merece la inmensamente bella escena en la que se interpreta en guitarra “Ay mi palomita”; por ver sólo esos tres minutos vale la pena toda la obra, haber pagado la entrada y hasta haberse tomado un taxi.  
            La dirección de Hladilo es muy buena, la obra no pierde ritmo ni por un segundo. El diseño de escenografía de Vignau es interesante y está bien resuelto, casi un lujo para una producción off.
            La casa de las palomas es una obra acertada hasta en el título y funciona como gran analogía general ya que todos, absolutamente todos, somos capaces de violencia intraespecífica. Y también todos sabemos leer. Como las palomas.
Alberto Maffía,
para “A M CRÍTICA TEATRAL”

domingo, 19 de enero de 2020

"Clara", de Sofía Wilhelmi


Obra: “Clara”

Calificación: BUENA
Dramaturgia: Sofía Wilhelmi
Dirección: Sofía Wilhelmi
Sala: El Camarín de las Musas (Mario Bravo 960 – CABA), los viernes a las 22:30.
Duración: 90 minutos
Elenco: Claudio Mattos, Javier Pedersoli, Francisco Prim, Agustín León Pruzzo, Ezequiel Tronconi
            
           Un marido desesperado cuya esposa tiene un tumor cerebral del tamaño de un durazno necesita la ayuda de un afamado neurocirujano que ya ha abandonado la práctica en hospitales públicos para dedicarse a la actividad privada. El hombre ha podido reunir el 70% del costo de la operación, sólo necesita que el médico le condone o financie el 30% restante. Detalle no menor es que nos encontramos en pleno estallido de la crisis del 2001, factor determinante que de alguna manera condicionará la respuesta del profesional. El inicio de la obra está brillantemente jugado; el Dr. Gabriel Rojas (Javier Pedersoli) y Santiago (Agustín León Pruzzo) muestran la relación despareja entre la soberbia de algunos que saben y la humildad del que no, del que detenta el poder y al que no le queda otra que aceptar y, este último, como es muy consciente de ello, ya arranca la discusión con la cabeza gacha esperando obtener alguna recompensa o un atisbo de generosidad a su obligada genuflexión. Y así las cosas, el espectáculo parece encaminado a un drama de aquellos. Nada que ver.
            Clara es muchas cosas, y varias innovadoras. Entre ellas, un vodevil donde las puertas se abren y cierran generando apariciones inesperadas y enredos; lo original en este asunto es que no se trata de la típica puerta conexión dormitorio / conexión living / conexión cocina de siempre, lo que vemos en escena son grandes placares de donde salen y entran los personajes generando sorpresa en la platea. A partir del puntapié de la primera escena, el resto es comedia muy bien jugada coronada por risas constantes, y hasta un thriller.
            El equipo actoral impacta. La veta cómica está aprovechada por los cinco intérpretes y el texto ayuda a su lucimiento, pero es en los otros matices en los que se destaca el oficio de los actores. Pedersoli genera rechazo desde el vamos, pero lo hace de manera sutil e interesante; no se lo escucha gritar, no se lo escucha insultar, y aún así se lo odia al instante y, como si fuese poco, luego logra hacer reír, y mucho. Ezequiel Tronconi es un todo terreno, siempre efectivo en lo que hace; en este caso compone a un encargado de edificio chusma, chanta y homofóbico. Su irrupción a través del placard es con un grito: a prestar atención a esa advertencia, cuando habla tranquilo y pausado, está tratando de conseguir algo, cuando grita y maltrata, también. Creación simpática y perversa a la vez. El tándem de Pruzzo y Claudio Mattos es brillante; la pareja de hermanos buscando hacer justicia desde la ingenuidad con un plan cuasi infantil no tiene desperdicio. Son dos personajes buenos jugando a ser violentos; la metáfora vale para los millones de argentinos que en el 2001 (y también antes y después, la verdad sea dicha) se encontraron en situaciones de desesperación, en la realidad del “sálvese quién pueda” y que trataron de jugar ese juego ajeno de la mejor manera posible. La empatía es inmediata, y la conexión perfecta. Santiago (Pruzzo) es el esposo suplicante, el hombre indignado, el justiciero ingenuo y el hermano compinche, todo atravesado con absoluta verdad y gracia. El personaje que compone Mattos es hilarante; Abel, criatura casi intertextual, es un actor amateur al cual Patricia Palmer ya ha echado tres veces de su escuela de teatro tal vez porque todavía no logra llorar en escena. Santiago Fondevila (en esta función en remplazo de Francisco Prim) juega un enamorado inestable e inseguro con solvencia y simpatía.
            El trabajo de Sofía Wilhelmi en la dirección es muy bueno; la obra no pierde ritmo ni un segundo en la hora y media de duración; todo lo que pasa en escena es dinámico y medido. La escenografía es un factor clave para la narración y fue estupenda y originalmente resuelta por José Escobar. El texto es rico en su prosa; algo de absurdo, algo de drama, algo de vodevil, algo de suspenso, algo de grotesco. La reflexión con respecto a la diversidad y la tolerancia es tal vez un poco obvia; la obra transita por mucho subtexto y esta crítica se refleja de manera demasiado expuesta y desafina un poco. También se extraña aunque sea unos segundos más (pequeño, breve, sutil) alguna referencia al conflicto inicial, que verdaderamente es muy pero muy potente y después queda un poco desdibujado.
            Clara también puede ser leída como La Venganza de los Buenos. O de los marginados. O de los que tenemos problemas y hacemos lo que podemos. También de todos los que estábamos en la sala viendo Clara, porque hoy por hoy no deja de ser increíble, como dice sabiamente el personaje de Abel, “la cantidad de gente con problemas que se acerca al teatro”.
Alberto Maffía,
para “A M CRÍTICA TEATRAL”  


miércoles, 8 de enero de 2020

"Caníbal", de Sebastián Suñé


Obra: “Caníbal”

Calificación: MUY BUENA
Dramaturgia: Sebastián Suñé, sobre una idea de Sebastián Holz.
Dirección: Corina Fiorillo
Sala: Teatro El Picadero (Enrique Santos Discépolo 1857, CABA), los lunes a las 20:30.
Duración 75 minutos
Elenco: Sebastián Holz, Dolores Ocampo y Belén Pasqualini.
           
            La obra presenta la estructura de un music hall donde encontramos casi una decena de escenas atravesadas por la temática “caníbal”. A no aguardar inútilmente la aparición de Hannibal Lecter ya que de ser así, el espectador quedará decepcionado; a lo sumo tendrá que conformarse con el brillante número de “La niña caníbal”, que les juro no es poca cosa. Acá la metáfora le gana a la antropofagia y somos espectadores del hombre como lobo del hombre; así veremos, entonces, como el psicoanálisis, las relaciones tóxicas, la religión y el capitalismo, en determinados momentos, tienen las fauces bien abiertas para devorarnos o, tal vez, nosotros seamos partes del sistema y seamos los devoradores. Las reflexiones a las que nos invita su autor, Sebastián Suñé, son más que interesantes.
            Los intérpretes son arrolladores; imposible destacar su punto fuerte porque todo lo hacen bien. La energía que Sebastián Holz, Dolores Ocampo y Belén Pasqualini despliegan en el escenario es electrizante. Los temas que se abordan son fuertes y ellos los transforman en potentes y conmovedores. Si bien la exposición de la fagocitación en la pareja no aporta nada nuevo (a esta altura ya se ha dicho y visto todo miles de veces), donde la obra adquiere su vuelo comprometido y revelador es cuando se adentra en lo social, verdadero punto fuerte del espectáculo, y allí es cuando recibimos el cachetazo del número sobre “La ira del capital” o se nos advierte sobre nuestra hipocresía cuando nos permitimos cualquier tipo de aberración pero “nos horroriza comer carne humana”. De todas maneras, y a pesar de la densidad temática, el espectáculo no pierde risas y, en algunos casos, simpatía, como la innovadora manera de denunciar las redes sociales y nuestra celudependencia.
            La puesta de Corina Fiorillo es acertada e imprescindible; hacer que los tres volcanes que tiene en escena permanezcan en estado activo pero sin entrar en erupción y cometer un desastre es de perfección milimétrica. Mismo trabajo realizó Juan Diego Bros al poner la exquisita coreografía del número final. Los instrumentos de Carlos Britez, Mario del Risco y Clement Silly sonaron perfectos y diáfanos, y tal vez merecerían algún minuto de lucimiento solista. El escenario, demasiado vacío.
            El espectáculo se disfruta de punta a punta. CANÍBAL es plato exquisito servido por tres anfitriones de lujo.
Alberto Maffía,
para “AM CRÍTICA TEATRAL”